Hace cuatro años murió mamá, en esa especie de vacío temporal, de la noche, que mueve los límites entre el 12 y el 13.
Ya nada es igual. Ni intención. Quizás nostalgia a borbotones.
Ya no lloro cada vez que pienso en ella. Quizás eso ya es.
Y hace unos pocos días L. reconoció a su abuela en una foto. Quizás eso ya es, porque miro las manos y la reconozco a ella. Y si las paso por mi cara siento su fortaleza. Quizás eso también ya es.
O quizás no.
Solo sé que nada es igual, que el vacío es grande, que ahí, donde está mi mamá, es donde iré yo, a mi tiempo. Hace cuatro años nevaba y hoy había un gran sol.
Te extraño mamá.
Me gustaría que conocieras a mis hijos.
Te parecerían unos personajes.
Nos tomaríamos una buena cerveza.
Nos reiríamos a carcajadas.