Verdades... Navidad, feminismo y espíritu

Me ha pasado varias veces que tengo la sensación de ser un poco bodrio para cualquier persona poco o nada inmersa en esto de la vida con hijos, e inclusive para algunos muy metidos, a veces hasta para mí misma. Sí, a veces lo que pienso me aburre hasta a mí...

Me encontraba así meditando sobre el nivel de planicie intelectual crónica que debemos generar vista afuera las abnegadas malas madres y me golpeó una evidencia: es que de repente nos descubrimos placeres en una serie de actividades que corrientemente hemos asociado al orden de las "tareas predefinidas ---coñazo--".

En esto de ser madre hasta he sentido placer por poner una lavadora y es más, hasta por planchar!!! Mare de Deu! OK, me duró muy poco = la primera lavadora antes de que naciera L... pero ains, como sufre mi feminismo más arraigado recordando los monos que se veían todos esos bodies minúsculos que en mi vida había puesto!!!  Incrédula de mi propio disfrute lo confieso, ahí existió, hubo ese momento de mirada orgullosa y brazos en la cintura como una superheroína de cómic de domingo. 

Y hoy, entre pitos y flautas, me doy cuenta de que esta es la primera navidad en la que L. estará en pleno dominio de la acción, aunque quizás no de la memoria a largo plazo -vamos, que no se acordará en 20 años-. ¿Y ahora? Yo que desde hace tanto que ‎no sufro ningún tipo de emoción estacional sino frío y alegría el 22 de diciembre de ver como el día empieza a ser otra vez más largo... sentirme rumbo a la primavera.

Pero lo peor no ha sido la incógnita sobre el qué hacer sino la crueldad factual. Por un lado me da la impresión de que me han machacado con una asignación social de roles de transmisión del espíritu navideño -por esto de que la mujer no sé qué y no sé cuánto-, por otro he luchado tanto contra estos roles predefinidos -por esto de que basta de suponer-, que, pues mira, finalmente no logro pensar en qué arbolito o en qué lucecita poner sin sentirme o masoquista o sometida. 

El grinch simbólico me ha robado la navidad...‎ por suerte están mis piojos.

Mll D.

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