Verdades... fin del bikini

Cuando estaba embarazada de mi primer nene tenĂ­a una amiga que, encontrĂ¡ndose como yo ahora, hablaba del terrible bodrio que le resultaba el estar preñada. Ese estado maravilloso que se reparte entre 3 o 4 meses de nĂ¡useas, vĂ³mitos y cansancio, dos meses de esperanza de que en algo el cuerpo nos pertenece y unos Ăºltimos tres meses de redondez profunda y un dominio corporal prĂ³ximo al cero.
Ese estado en el que me encuentro ahora. Como tortuga y lejos de ser ninja, cual planeta incapaz de girar grĂ¡cil en su propio eje y que se contenta con subir 17 gradas que separan el 5to del 6to piso de la rue Sainte-Anne. 
TendrĂ­a la impresiĂ³n de que el primer y el segundo embarazo distan emocionalmente el uno del otro. En el primero todo es descubrimiento y al mĂ­nimo roce del bebĂ© uno estĂ¡ como loco emocionado. De hecho, tomando posesiĂ³n de su cuerpo a travĂ©s de las sensaciones que le son transmitidas por el pequeño ser. En el segundo embarazo, o por lo menos en el mĂ­o, los tiempos de contemplaciĂ³n pancĂ­stica son el tesoro que obtengo tras horas de malabares entre aquella que fui antes de ser madre, mi versiĂ³n de madre existente, y mi condiciĂ³n de nuevamente/prĂ³ximamente madre. ‎La verdad es que apenas tengo tiempo de dedicarme a los largos diĂ¡logos entre mi interior y yo misma y menos aĂºn para el monĂ³logo.  
LlegĂ³ entonces esta mañana el descubrimiento de estrĂ­as que pululan como lombrices en mi barriga con pigmentos estancados en la cicatriz de la cesĂ¡rea. Y haciendo el anĂ¡lisis comparativo de mi litro de aceite bio de almendras extraĂ­do al frĂ­o, noto bien cuĂ¡n distinta ha sido la hidrataciĂ³n de mi piel (y la consultas sobre la maternidad). 
Por ahora, a 32*C de sensaciĂ³n tĂ©rmica, que a mi parecer se aproximan mĂ¡s de los 50, ‎ solo me apetecerĂ­a lanzar una oda a aquellas mujeres que repetidas veces llevan dentro de sĂ­ a su prole. Decirles que yo tambiĂ©n confĂ­o que el dolor de mi perineo que me hace sentir como si fuese un huevo  hervido con hueco desaparecerĂ¡ pronto. Que con suerte algo de lo que guardo en mi placard cabrĂ¡ otra vez y que aunque el cajĂ³n se vuelva entonces el mejor amigo de mis bikinis, agradezco a la moda - aunque la moda me sea inaguantable y un detonante responsable del c‎ambio climĂ¡tico- que ha puesto al traje de banio de una pieza en su top de "must" para el prĂ³ximo verano.



Mll D.

...